Este profesor afirma: «En términos comparativos, salían más emigrantes de Canarias en determinadas épocas de la Historia que los que llegan ahora a nuestras costas». Por este motivo, asegura que debe existir «un principio de solidaridad entre las poblaciones que hay que respetar», y no debe perderse la “memoria histórica”, puesto que en ocho años del siglo XX salieron 128.000 canarios de las islas hacinados en barcos de vela. Martín sitúa el origen de los problemas de África en el colonialismo que “todo el mundo” ejerció sobre ella y que en el Archipiélago data desde el siglo XV-XVI.
El carácter eminentemente migratorio de los canarios se refleja en determinados periodos de la Historia: la crisis vitivinícola de la segunda mitad del siglo XVIII se manifiesta en Canarias como «una región que expulsa población debido a su crecimiento demográfico, mayor que sus recursos. De ahí que se posicione como una región fuertemente migratoria, una constante que permanecerá hasta los años setenta del siglo XX».
Gran Canaria, Tenerife y La Palma presentan un “fortísimo” movimiento poblacional hacia Cuba a partir del siglo XVIII, y posteriormente, la Segunda Guerra Mundial, que conlleva la caída del mercado del plátano, vuelve a activar los saldos migratorios convirtiéndose en “sangrías humanas” los viajes a ultramar. «La llegada de veleros clandestinos a Venezuela y otras repúblicas de América Latina era muy frecuente y muy similar, incluso reflejado en fotografías, a la que se está produciendo ahora con los cayucos. Una Canarias emigratoria desde el siglo XVIII y que es inmigratoria sólo desde 1980», explicó Martín Ruiz.
La inmigración actual guarda una correlación con la emigración del pasado porque son los países antiguamente receptores de canarios los que hoy emiten inmigrantes. Los venezolanos y cubanos tienen especial relevancia en las islas occidentales; y los africanos tienen una estrecha relación con las orientales, donde los marroquíes son muy mayoritarios. El profesor destaca también entre las similitudes de la emigración canaria y la inmigración actual, que la fragilidad económica que presentaba el Archipiélago en el pasado es “igual” a la que se da en los países del África subsahariana, de la que proceden la mayoría de irregulares.
Cayucos canarios de vela
Los canarios realizaron sus viajes obligados en barcos veleros que presentaban el mismo overbooking que los cayucos y pateras africanas. «No cabe llamarles pateras, pero estos veleros iban sobrecargados y desaparecían en el mar sufriendo auténticos naufragios. Viajaban en condiciones muy precarias en unas travesías muy largas llevados por los alisios y en el mismo régimen clandestino que ahora, porque este fenómeno obedece a leyes universales», afirmó el catedrático. Internet está plagado de citas y datos que muestran lo penoso de los viajes en pequeñas embarcaciones: «Ante las serias dificultades que impuso la España franquista a la migración con trámites penosos y costosísimos, nació la llamada época de los barcos fantasmas. En ella la flota pesquera canaria se destinó al traslado de inmigrantes clandestinos en tales barcos de vela. Entre ese año y 1952 se calcula que efectuarían la travesía unos 8.000. Fue sin duda uno de los episodios más dramáticos y épicos del afán de los canarios por llegar a la Nueva Arcadia Prometida, en las que navíos con una disponibilidad máxima de 50 personas llegaron a transportar 286».
Las referencias en la red son constantes y en una sola búsqueda se puede averiguar que entre 1900 y 1910, con un nuevo modelo de desarrollo agrícola exportador en Canarias, salen 53.920 emigrantes, ya que existe una fuerte presencia de hacendados cubanos. Al mismo tiempo, los retornados fueron del orden de 61.931 personas. Entre 1911 y 1915 emigran unas 42.000 personas, aunque es una emigración estacional. Canarias se ve afectada durante un tiempo considerable por los efectos de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Entre 1916 y 1920 se produce una fuerte crisis en el Archipiélago por la caída del comercio exterior. Retrocede la superficie cultivada del plátano, papa y tomate. En estos años, y debido a esta crisis, salen de Canarias unas 86.000 personas, en su mayoría hombres solteros. De lo que se desprende que en los primeros 20 años del siglo XX estuvieron obligados a salir del Archipiélago más de 180.000 personas con destino a Cuba, Venezuela y África, en una situación irregular.
En cuanto al perfil del emigrante, también hay grandes coincidencias que Martín Ruiz señala en uno de sus libros, ya que de las Islas salían los jóvenes solteros en edades tempranas, donde hay un fuerte contingente de hombres en edad militar o prófugos. Los rasgos profesionales apuntan a una mayoría de agricultores, en torno al 81%, aunque en los retornados señalan otras profesiones; ello hace suponer que se exportó mano de obra agrícola y se importó cualificada.
Martín Ruiz señala la necesidad de que España y Europa intervengan de manera inmediata en los países necesitados de África «en forma de plan Marshall, no para explotar el país, sino para generar política migratoria común y para que sus ciudadanos tengan la posibilidad real de solicitar visados como lo hacía Venezuela en los años cincuenta. De otro modo, seguirán llegando inmigrantes, porque es normal dada la situación de desestructuración política, económica y social del subsahara».
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