A lo largo de su historia, la humanidad ha manifestado una constante y universal preocupación con respecto a la muerte. Los ritos y costumbres funerarios son algo exclusivo de nuestra especie; estas practicas están estrechamente vinculadas con las creencias religiosas sobre la naturaleza de la muerte y la existencia de una vida posterior, cumplen una función social importante y están revestidas de simbolismo, el estudio del tratamiento que cada pueblo le da a sus muertos nos permite comprender mejor su forma de vivir, sus valores y su pensamiento.
Las primeras practicas funerarias de las que se tienen evidencias provienen del grupo de homo sapiens. El hombre e Neardental pintaba a sus muertos con ocre rojo y los adornaba con objetos religiosos o amuletos, a veces al fallecido se le ataban los pies.
La creencia de la religión egipcia era la idea de una vida posterior a la muerte, consistía en la separación de los elementos materiales y espirituales del cuerpo, pero simultáneamente suponían que el alma necesitaba de la conservación del cadáver para sobrevivir. Suntuosos y complicados ritos aseguraban la vida de ultratumba, relacionada con la leyenda de Osiris. En el imperio antiguo, el complicado ceremonial fúnebre estaba reservado en un principio al faraón, incluía la momificación del cadáver y se depositaban en tumbas monumentales, luego este privilegio se extendió a otras personas. Las tumbas jugaban un papel de primer orden en el antiguo Egipto.
Entre los Mayas se diferenciaba el enterramiento según la clase social del muerto: la gente ordina- ria se enterraba bajo el piso de la casa, a los nobles se los incineraba y sobre sus tumbas se construían templos funerarios. Los Aztecas creían en la existencia del paraíso y del infierno, y preparaban a sus muertos para luchar a lo largo de un camino lleno de obstáculos al final del cual los esperaba el señor de los muertos, que decidía sus destinos; para ellos eran creados simulacros de guerras llamadas guerras floridas.
Por otra parte en el norte de Europa, los antiguos hombres de esas tierras tenían una creencia profunda en la inmortalidad del alma, creían que había una recompensa más allá de la tumba.
La vida del difunto estaba considerada como una continuación de nuestra existencia terrestre; esto lo prueba la costumbre d proporcionar a los muertos la mejor parte e su propiedad y los objetos de primera necesidad. Se colocaba una moneda bajo la lengua del muerto con el fin de que pudiera asumir sus primeros gastos durante su viaje a la última morada; naturalmente, el muerto acudía a Odin o a Hel. Se dice que los que morían en el campo de batalla iban a Odin, mientras los que morían de enfermedad o vejez iban a Hel.
Los fervientes partidarios de la fe de los Asios llegaron a considerar a la muerte por las armas como de buena suerte debido a que era invitado por el dios supremo a sostener la última batalla.
Algunos antropólogos han observado que, a pesar de la gran variación de las practicas funerarias, hay elementos simbólicos que son constantes. Uno de estos simbolismos es el color: si bien la asociación del color negro con la muerte no es universal, el uso de ropa negra esta muy difundido. Otro elemento es el pelo de los familiares: en algunos casos rapados, en otros desordenados es señal de tristeza. Un tercer elemento es el ruido: golpes de tambor, tañido de campanas, cañonazos; también esta la realización de practicas rituales fijas durante la procesión con el cadáver.
Algunos de los ritos realizados con el cadáver tienen frecuentemente por objeto individualizar la causa de la muerte. Así, por ejemplo en el sudeste de Australia se ha observado que, en el fallecimiento de una persona, el cuerpo del difunto era sometido por dos hombres mientras un tercero le golpeaba suavemente con unas ramas verdes pronunciando distintos nombres.
En realidad se esperaba que al pronunciar al del causante de la muerte, quizás por la violencia o mediante ritos mágicos, el cadáver y sus portadores experimenten una sacudida por lo que podría ser castigado el culpable. Pero si los causantes son los espíritus malignos, nada se podrá hacer.
En la India poseen diversas costumbres, también, en otros pueblos distantes: sacar al difunto por un orificio de la pared y no por la puerta de la casa, borrando después toda huella de la salida; hacer el camino de vuelta desde el cementerio por distinto lugar o en distinto orden del que se uso durante la procesión de ida. Las explicaciones de estos ritos son variadas: por una parte pueden manifestar el deseo de que el difunto no pueda regresar a su antigua morada; o quizá intenten engañar a los demonios o espíritus malignos, los cuales se piensa están listos a la puerta para arrojarse sobre el difunto en cuanto salga de los umbrales de la casa; o simplemente, se trata de evitar que se escape con el cadáver la felicidad de la casa.
En ciertas islas de Melanesia los parientes duermen pegados al difunto o personas que son contratadas para llorar, también lo abrazan y lo besan continuamente.
Cuando en un grupo humano se hace presente la muerte, este reacciona según los hábitos ancestrales, en general, fijados de antemano.
La muerte, por mucho que se espere, es siempre una sorpresa, por lo que en todas las culturas y todas las épocas se han desarrollado tipos de actuación frente a esta eventualidad: son los usos funerarios y el duelo.
Todas las actuaciones son de difícil interpretación, y responden, en general, tanto a determinadas creencias como a la necesidad vital de manifestar el afecto que se tiene al difunto, sin olvidar el temor respetuoso ante la realidad inevitable de la muerte. La interpretación de estos ritos no debe hacerse, por lo tanto, de manera ligera, si no se quiere caer en el ridículo que refleja esta anécdota: "un australiano pregunta, burlonamente, a un chino, que estaba colocando un tazón de arroz junto al cadáver de su hermano, si creía que el difunto iba a venir a comerlo; el chino respondió que no, pero a su vez preguntó si los cristianos creían que sus difuntos pueden ver y oler las flores que los familiares les colocan en sus tumbas".
Interpretaciones de la muerte
La muerte es una parte inevitable del proceso vital, tan natural como nacer o crecer, aunque resulta mucho más difícil de afrontar. Cada persona adopta actitudes diferentes ante ella, que pueden ir desde la negación o la evitación de reflexionar sobre un hecho incuestionable, hasta la aceptación existencial. La postura individual del paciente (y de la familia) ante la idea de la muerte, fruto de sus experiencias, sus creencias religiosas y su situación concreta, influirá decisivamente en la forma de afrontar este proceso.
Las siguientes son las distintas interpretaciones del fenómeno de la muerte que ha hecho el hombre a lo largo de su historia:
Separación irreversible del cuerpo del alma: es la concepción filosófica-religiosa, sus orígenes se atribuyen a Platón. En el terreno medico su aplicación es imposible.
Cese irreversible del metabolismo de todas las células del cuerpo: la muerte es entendida en términos biológicos, se iguala la muerte del hombre con la muerte de las células del organismo. El principal criterio diagnostico sería la putrefacción del cuerpo.
Perdida irreversible del flujo de los fluidos vitales en el organismo: los criterios tradicionales se han basado en este concepto. Pero sin duda existe una gran diferencia entre afirmar que el cese de circulación de sangre oxigenada conduce a la muerte y que la muerte consiste solamente en eso. Esta definición establece las funciones del miocardio y de los pulmones como centro de la vida humana. En la actualidad, estas funciones pueden ser reemplazadas por aparatos mecánicos de soporte vital.
Perdida irreversible de la capacidad de interacción social: esta definición se basa en que la característica específica del hombre es su capacidad de raciocinio, el ser humano que pierde totalmente las funciones mentales, incluyendo la conciencia, debería considerarse muerto. Las objeciones que pueden hacerse a este concepto son que toma solo la parte mental para definir la muerte, y no la totalidad de mente y cuerpo; y que nuevos contingentes de seres humanos con funciones mentales alteradas, como por ejemplo, los autistas y dementes, deberían considerarse como muertos.
Perdida irreversible de la capacidad para la integración corporal: parte del principio de que cuando un ser humano a cesado de funcionar como una unidad integrada se ha perdido la característica especifica de la vida humana y la persona ha muerto. El hecho de que ciertos órganos sean capaces de seguir funcionando y sea en el cuerpo mismo, o en una solución de nutrientes, o en el cuerpo de otra persona, es un problema distinto. No es la totalidad del ser humano lo que sigue viviendo, sino parte aisladas que antes formaban una unidad.
Organización social de la muerte
Los análisis sociológicos que estudia la organización social hospitalaria tratan de la muerte solo en forma casual y presentan muy poca atención al modo en que los médicos organizan el cuidado del paciente desahuciado. Este estudio trata de aportar tal información, basados sobre observaciones de campo en dos hospitales de EE.UU.: una gran institución urbana de ciudad y un hospital general privado(llamaremos "county" al primero; y "cohen" al segundo)
El autor analizó la composición social de los pacientes, haciendo el rol de observador no participante.
En el "county" es un establecimiento al que acuden las clases más bajas, mientras que en el "cohen" es casi exclusivamente para las clases medias. En "county" la mayoría de las muertes ocurren como consecuencia de accidentes, suicidios y otros casos que no incluían el previo periodo de hospitalización.
En el "county" el estudio de campo duró nueve meses y en el "cohen" cinco meses. Lo que se pudo observar fue las variaciones que pueden encontrarse con respecto al tratamiento de la muerte en dos hospitales diferentes. Estas diferencias eran bastantes notables: cada médico se atiende a la clase de educación especializada que ha recibido, por eso, no solo encontramos variaciones no solo en temas generales como la filosofía médica, sino también en los detalles que conforman los procedimientos técnicos utilizados. Hay variaciones, por ejemplo en el empleo de diferentes tipos de anestésicos, técnicas quirúrgicas y e siguen distintos procedimientos en las reuniones de diagnostico y toma de decisiones.
Desde una perspectiva teórica y metodológica la categoría que integra la vida del hospital, por ejemplo: vida; enfermedad; paciente; moribundo; la muerte; etc... se consideran como constituidos por las practicas del personal (en cuanto este queda implicado en sus interacciones rutinarias dentro de un medio organizado).
La intención del autor fue desarrollar definiciones acerca de estos fenómenos basados sobre las acciones que implican su reconocimiento, tratamiento y consecuencia. Muerte y morir constituyen dentro de esta perspectiva, la serie de practicas ejecutadas por el equipo, cuando este emplea esos términos en el curso de su trabajo diario en las salas del hospital. Tales practicas incluyen los modos de revisar el cadáver, de administrar o dar de alta a un paciente, los tipos de consideraciones seguidas de opiniones del médico examinador y su equipo de decisión y administración.
El verdadero reconocimiento y denominación de los acontecimientos biológicamente ubicados como "muerte" ocurren bajo la forma de actividades sociales, lo que quiere decir es que una separación de los componentes sociales y biológicos de estos fenómenos es difícil de lograr con claridad.
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