jueves, 18 de junio de 2009

LA COCHINILLA

En Tenerife la cochinilla fue el cultivo de recambio en la etapa 1860-1878. Llegó a alcanzar el 90 por ciento de las exportaciones, transformando sustancialmente la economía.

El negocio de la grana estaba vinculado a la consignación de buques y al carboneo, pues los barcos británicos que hacían escala en Santa Cruz, en su viaje de vuelta aprovechaban su estadía para cargarla. Los mejores años de producción fueron desde 1845 a 1866, pues solo en este último, se exportaron al mercado británico más de tres millones de libras. Los fletes de retorno a Europa constituyeron el elemento clave para entender el comercio de la cochinilla en este siglo. La política librecambista inglesa, propiciada a partir de 1846, liberó las exportaciones canarias de cargas y gravámenes arancelarios, así como el alentador efecto de las franquicias insulares, a partir de 1852, favorecieron la importación de abonos y un gran impulso productivo y comercial. Cuando en la Exposición Internacional de Londres (1862) se presentaron los avances de la Química en relación a los colorantes artificiales obtenidos a partir de la hulla (Magenta y Solferino) se aceleró el proceso de crisis en la exportación de la grana. (José Manuel Ledesma) La aparición de los tintes sintéticos hizo que se convirtiera en un cultivo marginal. Sólo tiene cierta importancia en Lanzarote donde hasta el año 96 existían 200 hectáreas sembradas de tuneras. En La Palma se producen unos 5.000 kilos anuales. La tradición de recolectar cochinilla se ha perdido y se aprovecha mucho más el tuno. Se trata de un cultivo ecológico al que prácticamente no le afectan las plagas. Ayuda al mantenimiento del suelo, evita la erosión y ofrece además la posibilidad del aprovechamiento de los tunos. El tinte de la cochinilla que se produce en Canarias puede competir sin problemas con el de países como México, Colombia, Perú o Chile. Se utiliza mucho en la alimentación, por ejemplo en los yogures (el colorante E-120), chorizos, caramelos, ropa, textiles, cosméticos o en la industria farmacéutica (jarabes, pastillas...). Los tintes sintéticos o industriales son mucho más baratos pero mucho menos inocuos.

Hoy en día [1989], donde únicamente se cultiva la cochinilla en Canarias, de un modo racional, yo diría que casi rayando en el virtuosismo, es en Lanzarote, sobre todo en Guatiza, población del norte de dicha isla, y las zonas adyacentes a ella. Terrenos y terrenos tapizados del más negro picón, y en ellos hileras e hileras de bien cuidadas pencas, sin dejar que ninguna de ellas se levante mucho más allá del metro y medio, aquí la artesanía del cultivo de la cochinilla alcanza, sin duda, grados de verdadera jardinería. El clima, por supuesto, se presta más que de sobras en esta parte de Lanzarote, con humedad media anual casi a cero, y un terreno rico, en el que se conservan hasta la última brizna de humedad a base de extender el picón volcánico por encima, que, por sus características, no deja escapar por transpiración prácticamente nada de la escasa agua que cae en el año. Económicamente éste es un cultivo muy rentable, pero los conocimientos necesarios para obtener su máximo rendimiento, y la dedicación de su trabajo, hacen que virtualmente el cultivo de la cochinilla esté incluido dentro de las artesanías canarias con derecho propio. (Ossorio) Es Argual uno de los puntos donde más se cultiva en las Canarias con más esmero la cochinilla, y ya que este cultivo tenga suma importancia en estas islas, y sea curioso seguirlo en sus operaciones diversas, justo es que le consagre algunas líneas. La cochinilla es un pequeño insecto que se alimenta en las anchas y carnosas pencas del nopal o coactus, el cual es a su vez una planta de poco más de un metro de altura, que extendiendo a derecha e izquierda sus ramas o pencas pobladas de espinas, ocupa en derredor un espacio bastante ancho de terreno. Se la conoce indistintamente con los nombres de coactus , nopal, higuera de Indias e higuera chumba, y en la isla de La Palma se la llama además tunera. Sus higos son fruta muy estimada en todas las Canarias, siendo muy superiores en sabor y calidad a los que de su clase producen ciertas comarcas de Andalucía, donde también es conocida y cultivada esta higuera, aunque no crece allí con la robustez y lozanía que en las islas, ni su color es tan vivo. Son varias las especies conocidas de nopal, pero en las Canarias se cultivan principalmente dos: la llamada común, de antiguo aclimatada en el país, y la de terciopelo, así denominada porque la corteza de sus pencas guarda algún parecido con el género o tela que lleva este nombre. De entrambas clases se hace uso para la cochinilla, con la sola diferencia de que la última se considera más a propósito, por razón de sus abundantes, espesas y menudas pencas, para la conservación de la cochinilla madre, o sea de la semilla. Hace pocos años que sólo se encontraba el nopal en los límites o lindes de las heredades, en los sitios pedregosos y en los bordes de los barrancos: hoy se le ve poblando los mejores terrenos, de riego y de secano, y es un espectáculo curioso el que ofrece una gran extensión de tierra cubierta de nopal. Plántanse las higueras por líneas paralelas, que siguen en dirección recta toda la extensión del terreno, separadas entre sí dichas líneas por dos o tres varas de distancia; se forman en el plazo de un par de años, creciendo hasta la altura arriba indicada y casi cubriendo la distancia que separa las líneas. Durante este tiempo se cuida mucho de cortar las pencas inferiores, a fin de que se formen más altas y más redondas; cuando ya están desarrolladas, el campo aparece cubierto de una magnífica alfombra verde, más clara cuando se trata de la higuera común, y más oscura cuando de la terciopelada. Entonces es cuando se trasladan a las pencas los pequeños insectos, operación a que se da el nombre de disemillar. Al efecto, se extienden en grandes tableros las madres que han llegado al estado de desove, y se las cubre con piezas de tela blanca, ya enteras o ya fraccionadas en pequeños trozos: trasladando luego los trozos de tela a las higueras, los insectos casi imperceptibles de que estaban llenos, se pasan a las ramas de la misma. Esta operación se continúa durante algunos días, hasta que las madres han acabado de desovar, y todas las higueras han sido pobladas por estos pequeños habitantes, que van a extraer sus jugos y a hacerles compañía durante un tiempo. Una vez en la higuera el imperceptible insecto, va creciendo con lentitud a medida que va chupando la leche o la savia de las pencas, sin ofrecer, durante el corto período de su vida, esas contínuas transformaciones o fases por que pasa el gusano de seda, produciendo tan sólo, cuando está completamente desarrollado, una especie de polvillo blanco, con que se cubre y engalana el nopal. Entonces es cuando la combinación de los colores verde y blanco forma una vista más agradable, y es señal de que ha llegado el momento de la recolección. Tres meses suele ser el período de crecimiento, durante los cuales el insecto permanece inmóvil, adherido a los poros de la planta, engrosando lentamente hasta alcanzar el tamaño de un garbanzo pequeño. Recogida la cochnilla de las pencas en los momentos en los que comienza a desovar, ahogada por el sol o en hornos preparados al efecto, y completamente seca, se expide para Marsella o para Londres, en donde va a ser objeto de aplicaciones fabriles, y a producir ese hermosísimo color, que se conoce con el nombre de carmín. Los países fríos son contrarios a la vida de este insecto, como también lo son los cálidos; necesita un clima suave e igual, y en este concepto ninguno reúne las condiciones de las condiciones de las Canarias. Cortas porciones de terreno dejan un gran producto líquido; pero es indispensable destinar al cultivo gran cantidad de capital, tanto para la preparación del terreno, como para otros diversos gastos.

Las mujeres son las que desempeñan la mayor parte de las operaciones del cultivo, y tanto, que yo pudiera aplicar a este caso aquellas frases que M.Jules Simon pone en boca de una maestra de fábrica, hablando de la seda. "La seda, decía esta maestra, constituye el dominio o la propiedad de la mujer, puesto que encuentra en ella trabajo, desde la hoja de la morera, en donde se cría el gusano, hasta el taller, en donde se hace el sombrero y el vestido." Respecto a la cochinilla sucede algo semejante. La mujer no interviene en todas las operaciones fabriles en que se emplea este elemento para producir el carmín; pero en lo que concierne al cultivo, todo es también de su incumbencia, desde que se preparan y disponen los tableros y el lienzo para el desove, hasta que la grana recogida se seca, se pesa y se expide para el extranjero. Los hombres tienen parte en el plantío de las higueras y en el transporte de los sacos y los fardos, pero todo lo demás lo desempeña la mujer; y es que las operaciones de este cultivo requieren cierta paciente minuciosidad, que se armoniza perfectamente con su carácter [...] ¿Cómo vino, preguntará el viajero, la cochinilla a las islas? ¿Cómo se propagó y extendió por el archipiélago? Fueron varias las circunstancias que acompañaron la introducción de este insecto en las Canarias. No sé si la casualidad o si el conocimiento de la benignidad del clima, fue la causa que hizo despertar el primer pensamiento; pero lo que sí es indudable, es que el Ayuntamiento y la Sociedad de amigos del país en Santa Cruz de Tenerife, hicieron algunos ensayos en pequeño, y estimulados por el éxito de sus experiencias, ofrecieron algunos premios a los que presentaran cierta cantidad de grana. La cosas nuevas se abren al principio camino con dificultad, porque el espíritu rutinario, el amor a lo antiguo y la duda respecto a lo nuevo, les levantan obstáculos muchas veces insuperables. Y esta verdad es tanto más demostrable, cuanto que la historia, no diré sólo de la agricultura sino de la producción en general, hace ver y pone a las claras, que no se ha hecho un descubrimiento, ni un pensamiento nuevo ha llegado a la vida o a la práctica, sin que luchara empeñada y porfiadamente durante largos años.

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